En el año 2004, los científicos premiados con el Nobel de Física 2010, Andre Geim y Konstantin Novoselov, sintetizaron el grafeno en el laboratorio. Apenas siete años después, este material de extraordinaria resistencia, delgadez y elasticidad podría haber sido hallado en el espacio. Un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) acaba de publicar en The Astrophysical Journal Letters la primera evidencia de la posible existencia de C24, una molécula plana bidimensional de un átomo de grosor, un posible “trocito de grafeno” en el espacio. Para una confirmación definitiva del hallazgo habría que obtener espectros de laboratorio de C24, lo que resulta casi imposible con las técnicas actuales. “Creo que nuestro trabajo animará a los expertos de laboratorio a desarrollar nuevas técnicas que permitan caracterizar ésta y otras moléculas, e incluso otras formas del carbono que podrían estar presentes en el espacio, como los nanotubos, los nanodiamantes, las cebollas de carbono, etc.”, señala el director de la investigación, el astrofísico del IAC Domingo Aníbal García Hernández. Por su alta conductividad térmica y eléctrica, el grafeno tiene prometedoras aplicaciones tecnológicas, como la fabricación de nuevos materiales y dispositivos electrónicos avanzados (ordenadores más rápidos que los que portan transistores de silicio, pantallas de dispositivos electrónicos, paneles solares...). Al ser transparente, delgado como un cabello, y poder desarrollar a partir de él materiales 200 veces más resistentes que el acero, las expectativas sobre el grafeno como el material del futuro no han dejado de crecer. Los científicos españoles han detectado también en diez nebulosas planetarias de dos galaxias cercanas los fulerenos C60 y C70. Se trata de la primera detección extragaláctica del fulereno C70 que, compuesto de pentágonos y hexágonos, tiene forma de diminuto balón de rugby. “La presencia de moléculas tan complejas como los grafenos y los fulerenos en el espacio, alrededor de estrellas como nuestro Sol cuando son viejas, indica que los procesos físicos básicos para originar vida podrían ser más comunes de lo que creíamos, lo que sugiere que podría crearse vida en cualquier rincón del universo”, aseguran los autores del estudio. De hecho, los fulerenos podrían actuar como jaulas para otras moléculas y átomos, de modo que podrían haber llevado sustancias hasta la Tierra que habrían impulsado el comienzo de la vida. Las evidencias de esta teoría proceden del hecho de que estas moléculas han sido encontradas en meteoritos portando gases extraterrestres. |
Detectan grafeno en el espacio
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