¿PODRÍA EL UNIVERSO SER UNA SIMULACIÓN?



Supongamos que una civilización llega al punto en su historia en el que su tecnología es tan avanzada que es capaz de simular un universo entero, a nivel de átomos, desde galaxias enteras hasta y las entidades conscientes que lo habitan. Esta civilización podría, por poner algunos ejemplos:

– Evaluar qué consecuencias tendrían las decisiones que afecten al futuro de toda la sociedad y así decidir cuál es la mejor política a seguir.

– Estudiar con detalle los efectos podría tener un virus a largo plazo en la población y qué medidas tomar.

– Conocer la influencia de una tecnología en el entorno (el medio ambiente, el espacio o donde sea que vivan) y prevenir posibles catástrofes o incluso su propia “autoextinción”.

Además, las simulaciones no sólo servirían para mejorar su futuro, sino que también podrían usar la tecnología para simular el pasado de su universo y así estudiar su propia historia con gran detalle.

¿Y cómo podemos saber si formamos parte de una de estas simulaciones?

No tenemos manera de saber si nuestro universo es o no una simulación, pero podemos plantear varias hipótesis para analizar la cuestión.

Partiendo de la base que a una hipotética civilización avanzada le beneficiaría esta tecnología y hará lo posible por desarrollarla, podemos dividir su futuro en tres situaciones básicas:

1) La civilización nunca llega a desarrollar una tecnología suficientemente avanzada como para simular universos alternativos.

2) La civilización llega a desarrollar esa tecnología, pero opta por no simular nuevas realidades, ya sea por motivos morales (la crueldad de tener confinados a un montón de entes conscientes en una realidad artificial y cerrada) o simplemente por falta de interés (les importa un pimiento su pasado si simular un universo entero para estudiarlo supone un gran uso de recursos).

3) La civilización llega a desarrollar esta tecnología y la usa sin remordimientos.

El primer caso ocurriría si la simulación de universos enteros require una tecnología tan avanzada que cualquier civilización se extingue antes de llegar a alcanzarla. A lo mejor, incluso, esta tecnología es imposible. En este supuesto, tendríamos la certeza de que no somos residuos perdidos en algún rincón de un universo simulado por el ordenador de una civilización extremadamente avanzada.

En el segundo caso, la tecnología resulta moralmente tan sobrecogedora que ninguna civilización la utiliza o, llegados a ese punto de su evolución tecnológica, la civilización cuenta con otras herramientas más poderosas para obtener la información que quieren y simular un universo no les resulta una idea atractiva.En este contexto tampoco viviríamos en una simulación.

Pero si las dos primeras opciones no son aplicables a civilizaciones avanzadas, la tecnología es posible y al menos una de ellas la desarrolla (y no tiene reparos en utilizarla), ésta civilización podría simular tantas realidades alternativas como quisiera. Teniendo en cuenta los usos que se le pueden dar a esta tecnología, seguramente crearían un número muy grande de universos en los que poder estudiar los efectos de sus decisiones o su propio pasado.

Entonces, si la tercera opción es correcta, existirían tantas realidades simuladas que sería mucho más probable que vivamos en una de ellas que en el único universo “físico”.


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