Tu pareja hace esto, posiblemente te es infiel



Walter Riso cuenta en su “Guía práctica para afrontar la infidelidad de la pareja” que en una ocasión, una paciente le comentaba el cambio que había tenido frente a su pareja: “La responsabilidad que tanto admiraba en él, hoy se ha trasformado en ‘obsesión perfeccionista’… Su disposición a tener sexo a toda hora, que antes me encantaba, ahora la considero una tortura y una forma de ‘acoso sexual’… Siempre decía que era una afortunada por tener a mi lado un hombre trabajador y en cambio ahora lo considero un ‘adicto al trabajo’…Actualmente me parece feo y poco inteligente, y hace unos años lo veía guapísimo y genial… No puedo entender qué me pasó…

Quisiera saber si mi amante influyó en esta nueva manera de ver y sentir a mi marido”. ¡Increíblemente lo dudaba! Evidentemente su compañero de aventuras no solo “influía” en el cambio de percepción, sino que era la causa principal del giro afectivo que había tenido.

De todas maneras, comparar al amante con la pareja estable, no deja de ser injusto y más cuando se está casado. 

La aventura siempre se desarrolla en un medio favorable, emocionante y altamente placentero, mientras que la convivencia en pareja debe lidiar con los hijos, la hipoteca, las enfermedades, la familia putativa, el trabajo en casa y los problemas cotidianos.

Las amantes se mueven en un limbo especialmente construido para su desfogue y complacencia, los matrimonios sobreviven y luchan, así haya amor. Tanto es así, que cuando el medio ideal en el que evoluciona la aventura se modifica y los amantes pasan a ser una pareja explícita y abierta al mundo, la fascinación se desvanece en la mayoría de los casos.

“No es lo mismo encontrarnos a escondidas, jugar con el peligro y revolcarnos en la cama una vez por semana, que vernos las caras todos los días… Vivir juntos fue como romper la magia…”. Como bien dice Walter Riso en su guía: de príncipe, a sapo.

Sin embargo, también debemos reconocer que a veces el corazón se agota y el cuerpo se rebela, sin las influencias de las “malas compañías” ni enredos extraños.

Cuenta también el psicólogo y escritor en la “Guía práctica para afrontar la infidelidad de la pareja esta anécdota: “Un joven decidió terminar con su novia después de cuatro años de relación y para ello le envió una extensa carta tratando de justificar su decisión. Terminaba el escrito con la siguiente reflexión: “No sé cómo explicarlo: ayer te amaba, hoy no siento nada; antes te admiraba y hoy te veo normal; hasta hace poco te deseaba y ahora me eres indiferente… Espero que me comprendas…”. Se abona la honestidad, pero pedirle que lo “comprenda” es demasiado. Ningún damnificado por el desamor comprenderá semejante metamorfosis. En el caso del joven no había otra persona, ni real ni imaginaria y la “depreciación emocional” de su novia había tenido dos causas principales: el aburrimiento y las ganas de vivir otras experiencias”.

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